miércoles, 4 de septiembre de 2019

8 de septiembre, la Natividad de Nuestra Señora


[Esta entrada se publicó en septiembre de 2018 en el blog de los auroros. Como ya se explicó, la supresión del blog conllevaba el traslado de sus contenidos a éste y aquí permanecerán desde ahora. La fotografía que precede corresponde al 5 de septiembre de 2019, fecha de partida elegida por los participantes en esta ocasión]


        El martes 4 de septiembre, conmemoración de Santa Rosalía, partieron hacia Guadalupe el grupo de caminantes de este año. Hasta donde se recuerda, las gentes de Agudo han mostrado especial devoción a la Virgen de esta localidad cacereña y bajo esta advocación se ha conmemorado aquí la Natividad de Nuestra Señora como se concreta en el libro de cuentas de la Virgen de la Estrella. La fiesta del 8 de septiembre ha declinado bastante desde que una corporación municipal decidió suprimirla del calendario festivo local, pero todavía mantiene sus novenas, vísperas, misa, procesión, subasta de andas y  ramo, entre otras prácticas. Todos los años uno o varios grupos de peregrinos a pie recorre los senderos que llevan hasta el Real Monasterio de Guadalupe con el propósito de cumplir una promesa y no son pocos los que se suman al tropel por mera curiosidad.  También existe una cierta predisposición a contraer matrimonio en el templo guadalupano; la boda de agudeños más antigua que hemos documentado hasta hoy es la de E. Daza, que tuvo lugar en octubre de 1939, pero no descartamos que nos cuenten de alguna otra más veterana.
       El cancionero de Benito Ortiz, que estamos divulgando desde este blog, no contiene ninguna copla específica a Santa María de Guadalupe, pero incluye cuatro para la Natividad de Nuestra Señora, entre las que se han seleccionado dos para esta entrada.


De la reina del cielo y la tierra
hoy es el día que la cristiandad
le celebra con gran regocijo
y fiesta solemne la Natividad.
Ven a tributar
a la augusta y excelsa María
pruebas sin número de que la amarás.

Ha nacido la niña más bella
la divina estrella, la Virgen sin par,
los querubes cantares entonan,
su gloria pregonan cielos, tierra y mar.
Ella aplastó ya
la cabeza de nuestro enemigo
y al cielo consigo nos conducirá.