jueves, 28 de marzo de 2024

Menú tradicional de Viernes Santo en Agudo

Tres días hay en el año, que se llena bien la panza: Jueves Santo, Viernes Santo y el día de la matanza. Este conocido refrán indica, sin lugar a dudas, la importancia que ha tenido la comida de dos  días destacados de Semana Santa en la localidad. Potaje, tortilla de patatas, escabeche y natillas han sido, y continúan siendo, platos fijos del Viernes Santo, aunque en otros tiempos se repetían el Jueves Santo, pues había casas en las que también se comía “de viernes” ese día (la mía fue una de ellas).

Entre los productos utilizados destacan, sin lugar a dudas, el huevo que, en mayor o menor medida, está incluido en todas las preparaciones; huevo contienen las pellas de bacalao del potaje, la tortilla, el escabeche y las natillas. En otros tiempos, el huevo fue un alimento caro y, por ello, formó parte de casi todos los platos especiales.
        En dos elaboraciones están presentes el bacalao —potaje y escabeche— y las espinacas —potaje y tortilla—. El bacalao fue un ingrediente barato y de uso casi diario, y las espinacas fueron un producto de temporada, que solía sembrarse en las cerquillas de las casas, y solía repartirse entre familiares y conocidos en estas fechas.
        Si bien el menú de Viernes Santo siempre fue más cuidado y abundante que el de otras festividades, la cantidad y variedad de alimentos dependió, en buena medida, de la capacidad adquisitiva de las familias y de los gustos de sus integrantes; generalmente, el potaje incluía garbanzos, judías blancas, espinacas y bacalao, pues las pellas no estuvieron tan generalizadas; la tortilla podía ser de patatas sola, patatas con cebolla o patatas y espinacas; el escabeche podía incluir o no trozos de bacalao frito y las pellas solo patata o también bacalao. Menor margen para la improvisación les correspondió a las natillas, elaboradas con huevo, azúcar y harina hasta la llegada de los sobres de flanín a las tiendas.