Los
altramuces están de moda, aunque en Agudo es un alimento que se consume desde
siempre. Desde el punto de vista nutricional, parece que tienen 36 gr. de
proteína vegetal por cada 100 gr. de producto, frente a los 21 gr. que
contienen los garbanzos; además, presentan alto contenido en fibra insoluble y
soluble, minerales (hierro, magnesio, fósforo, calcio y zinc), y vitaminas E y
B. Todo ello los convierte en un alimento interesante para el consumo humano.
En Agudo
dejaron de cultivarse hace décadas y se utilizaron, fundamentalmente, como
alimento de los animales, previamente puestos en agua para que se ablandasen.
También los humanos los ingirieron, aunque en menor calidad; fueron típicos del
día de San Juan, cuando las vecinas de la calle y la plaza invitaban a los
asistentes a un puñado de altramuces. Los destinados al consumo humano debían
endulzarse previamente, manteniéndolos en remojo durante unos días y
cambiándoles el agua con frecuencia (como las aceitunas). Una vez endulzados
había que cocerlos para que se ablandaran. En el agua de cocción se ponía
bálago (paja de centeno) a fin de que tomaran el color anaranjado que le
caracteriza; en el caso de no añadir el bálago, se quedaban de color blanco.