[La
fotografía del inicio fue tomada por Jesús Egea en el cementerio de La Almudena
y los datos de la partida de nacimiento de Juan del Burgo los aportó Gema
Fernández Palomares, que se mueve como pez en el agua en los libros de registro
antiguos. Gracias a ambos].
El catorce de febrero de mil
seiscientos cincuenta y uno, el prior de Almadén, frey Miguel Sánchez Villalón[i], bautizó
en la iglesia parroquial de San Benito Abad a Juan del Burgo, hijo de Juan del
Burgo, nacido en Holanda, y de María del Arco, agudeña. Fueron sus padrinos el
licenciado de Yegros y Catalina, su mujer, según consta en la partida de
bautismo del recién nacido.
Con fecha de 24 de enero de 1675, en
el Archivo General de Indias se conserva el expediente de información y
licencia de pasajero a Indias de José Daza, general de artillería, gobernador y
capitán general de Cartagena de Indias. Le acompañaban, entre otros, su mujer,
Isabel del Burgo, y “Juan del Burgo, su cuñado, natural y vecino de Agudo, hijo
de Juan del Burgo y de María Muñoz del Arco”.
En el archivo parroquial se conserva
el libro cancelario de la Obra Pía[ii], que instituyera
D. Juan del Burgo en la ermita de la Virgen de la Estrella. El libro contiene
copia de su testamento, especialmente lo que atañe a su fundación benéfica.
A tenor de los datos contenidos en el
citado libro, Juan del Burgo fue presbítero de la iglesia parroquial de San
Miguel de Jerez de la Frontera y vecino de Madrid al final de su vida.
Otorgó testamento en Madrid en 1 de septiembre
de 1726 y murió cuatro días después. Solicitaba ser enterrado en uno de los
nichos de la bóveda de la capilla de Nuestra Señora de la Soledad (podría ser
casualidad, pero nuestra imagen de la Soledad estaba en la ermita de la Virgen
de la Estrella).
Demandaba que asistieran al sepelio
las comunidades de Ntro. Padre S. Francisco, Ntro. Padre S. Francisco de Paula,
Ntra. Sra. del Carmen de la Antigua Observancia y S. Agustín.
Además de sus propios bienes contó con
la herencia (97.472 reales) de su hermana, Isabel María del Burgo, fallecida en
Nápoles; dicho legado estaba condicionado a la obligación de fundar algunas
plazas en la casa de recogidas de Madrid.
Ordenó que sus bienes se vendieran en
almoneda con el fin de cumplir sus deseos con el dinero obtenido.
Reparto
de la herencia
-Adjudicó 1.000 ducados a D. Manuel de
Soto.
-300 ducados a Dña. Antonia Primo
Daza; además de perdonarle los 600 que ésta le adeudaba.
-El remanente de todos sus bienes se
dividiría, a partes iguales, entre la imagen de La Soledad del convento de la
Victoria de Madrid y la imagen de la Virgen de la Estrella de Agudo.
-Fundación
de una Obra Pía en la ermita de la V. de la Estrella de Agudo, dotada con
100.000 reales
Bienes
para la Obra
1- Un censo de 1.500 ducados (16.500
reales) de principal impuesto por D. Antonio de Velasco y de la Cueva, conde de
Siruela y de Valverde (formaba parte de la herencia de su hermana).
2-
Dos molinos y un batán en la Ribera de Riofrío (los había comprado hacia 1723-1724).
3-
6.283,5 reales de un efecto contra la villa de Madrid sobre la sisa de los
nuevos impuestos de millones[i].
4- 16.500 reales, que tenía
depositados en D. Pedro Calderón, vecino de Siruela, con el fin de que Alonso
García de la Vera Cuadrado[ii],
comisario del Santo Oficio de la villa de Agudo, los invirtiera en bienes para
la fundación.
5- Los 41.317 reales, que faltaban
para completar los 100.000 reales convenidos, se obtendrían de:
-Aproximadamente 3.000
ducados (33.000 reales) que suponen, al cambio, los 4.500 florines, moneda de
Ámsterdam, en que se ha tasado la hacienda que el finado posee en aquellas
tierras, heredada de una parienta.
[Hay un problema que no dicen cómo lo
solventan: Las leyes holandesas establecen que esa hacienda no puede ser legada
a monasterios, obras pías o imágenes, por lo que será necesario que un pariente
del testador, declarándose heredero, lo pueda vender. Cuando consigan venderlo
deberán invertirlo en bienes a favor de la Obra Pía. En todo caso, el asunto se
solucionó, pues en las cuentas se anotan unos efectos en Madrid, que no
constaban en el testamento].
-No
he localizado la procedencia de los los 8.317 reales que faltarían para
completar el capital consignado.
Gestión
y obligaciones de la Obra Pía
1-Nombró personalmente a dos patronos
que cobrarían 15 reales cada año al tomarse las cuentas; a la muerte de ambos
quedarían como patronos el prior de la parroquia de San Benito Abad, y el
alcalde y el regidor más antiguos.
2-Habría de designarse un capellán,
que sería a la vez administrador y preceptor de Gramática. Como preceptor debería
enseñar Gramática gratis a los hijos de los vecinos de la villa de Agudo.
Además, habría de oficiar 150 misas anuales por el alma del finado y sus
familiares en la ermita de la Virgen de la Estrella. Sería de obligatorio
cumplimiento la celebración de una misa todos los días de precepto, y también
los días de Santa Bárbara, San Antonio Abad, San Nicolás de Bari y Santa
Polonia; el resto se realizarían a voluntad del oficiante. Por todo ello recibiría
5,5 reales diarios (2.007,5 reales anuales).
3-El puesto de preceptor de Gramática debería
publicitarse durante 30 días en las puertas de la iglesia parroquial y se tendría
que elegir al aspirante más idóneo entre todos los participantes; a igual nivel
se daría preferencia al nacido en Agudo y, en caso de haber más de un
autóctono, se escogería al más pobre y virtuoso.
4-Se seleccionaría también un maestro
de primeras letras, que recibiría 300 reales [en el Catastro de Ensenada (1752)
mencionan que el maestro gana 450 reales, por lo que podría tratarse de una
mera ayuda para su mantenimiento].
5-Si sobrara caudal de los gastos
estipulados, cada cuatro años se habría de invertir en dotar a una religiosa o
casada con grado de parentesco respecto a Isabel del Burgo o el propio
testador; en caso de no haberla, se distribuirá en limosnas de 8 ducados (88
reales) en doncellas o viudas de Agudo, que contrajeran matrimonio.
6-Sería prioritario realizar las
reparaciones necesarias en los bienes de la fundación y en los gastos de
administración. Sólo si sobrase dinero, se tendrían en cuenta el maestro de primeras
letras y las dotes de las doncellas.
7-Por voluntad del testador, las
cuentas de la fundación no estarían sujetas a jurisdicción eclesiástica ni serían
supervisadas por los visitadores religiosos[iii].
Otros
datos contenidos en el libro
La
puesta en marcha de la fundación no debió ser tarea simple, ya que se prolongan
hasta 1744, ocupando los veinte folios iniciales del libro cancelario; a continuación,
siguen hojas en blanco hasta el fº52-recto, donde se inician las anotaciones
con un auto de 28/12/1758 convocando al personal competente con el fin de tomar
las cuentas de los cuatro últimos años. Parece que han podido vender la
herencia en Ámsterdam, pues cuentan con nuevos efectos en Madrid, que no
figuraban en el testamento; uno sobre las sisas de las carnicerías y aceite de
veinticuatro millones[iv] y otro
sobre la sisa del cuarto de palacio[v].
Se
menciona también que al ermitaño de la V. de la Estrella se le darán todos los
años 10 ducados (110 reales) para que tenga cuidado de la imagen. Seguramente,
ese cargo no debió existir hasta entonces, pues en 1744, paralelamente al
arranque de la Obra, nombran uno.
Las últimas anotaciones corresponden a
1816 con el nombramiento de un nuevo administrador y la realización de un
inventario. Su fin seguramente tuvo que ver con la Desamortización de Godoy,
que afectó a las instituciones benéficas de la Iglesia (por esos años, la
Sacramental también se ve privada de sus censos y propiedades rústicas).
Algunas
reflexiones sobre la fundación
Juan del Burgo no debió tener
familiares muy próximos, en cuanto que no selecciona capellán con grado de
parentesco, lo que suele ser rutinario en este tipo de fundaciones; sí debió
tener parientes más o menos lejanos, puesto que consigna una parte secundaria
de las rentas a las dotes de parientes de su hermana o de él mismo.
Resulta sorprendente que, en una época
en la que imperaba la creencia de que las misas ofrecidas eran un factor
importante para la salvación del alma, Juan del Burgo dedicara una parte
importante de sus bienes a la erudición de los niños de Agudo, ofreciéndoles la
posibilidad de acceso a estudios más avanzados.
Bibliografía:
-Latorre
Ciria, J. M. (2015): “Las Obras Pías como camino de salvación: el obispado de
Albarracín (siglo XVIII)”. Ediciones de la Universidad de Salamanca.
-Libro de
cuentas de las rentas de la Obra Pía que, en la ermita de Nuestra Señora de la
Estrella, en Agudo fundó Don Juan del Burgo (1744-1816). Archivo parroquial de
Agudo.
-Martínez
Neira (2022): Revolución y Fiscalidad Municipal. La Hacienda en la Villa de
Madrid en el reinado de Fernando VII. Universidad Carlos III.
-Ministerio
de Cultura, Archivo General de India, CONTRATACION, 5440, N.2, R.43
[I]
Miguel Sánchez Villalón fue natural de Agudo, hermano de Laura Villalón
(donante de la custodia de la Hermandad Saceramental) y, unos años después del
nacimiento de Juan del Burgo, fue nombrado prior de la iglesia parroquial de
San Benito Abad de Agudo.
[II]
La Obra Pía fue una fundación benéfica en la que se establecían una serie de
servicios, las condiciones, el funcionamiento, los beneficiados y otros
asuntos; para ello, contaban un capital cuya administración quedaba recogida en
las condiciones.
[III]
El impuesto gravaba el consumo de vino, aceite, vinagre, jabón, carne y velas
de sebo.
[IV]
Vivió en la casa de la calle Cervantes, que ostenta hoy un escudo de la
Inquisición. La colocación de la citada insignia fue posterior a la
construcción del inmueble y podría coincidir en el tiempo con la vida de Alonso
García de la Vera Cuadrado.
[V]
Las inspecciones efectuadas por los representantes de la Iglesia solían ser
anuales y, en las asociaciones de capital escaso, podían suponer un canon
importante en cuanto que no eran gratuitas.
[VI]
El impuesto gravaba con tres maravedíes por libra la carne de vaca y carnero
que se consumía en Madrid.
[VII]
El impuesto se estableció en 1608 con el fin de conseguir 250.000 ducados para
hacer un cuarto en el palacio real para vivienda de la reina Margarita (en esos
momentos la corte estaba en Valladolid y pretendían trasladarla a Madrid).