En Agudo,
estos bizcochos se hacían únicamente para las bodas. Su elaboración no es compleja,
pero necesitaban plena disponibilidad del horno por lo que no era posible
cocerlos con los dulces de otras personas. La receta, cuya fotografía se
adjunta, fue escrita por Pepe Gómez en una agenda de 1942 y difiere ligeramente
con la de la torta de bizcocho (en el mismo párrafo) y con la que recuerda mi
madre (una cucharada rasa de azúcar y una cucharada colmada de harina por cada
huevo), aunque es de sobra conocido que, en cuestión de gastronomía “cada
maestrillo tiene su librillo”.
La
preparación de la masa es igual que la de la torta de bizcocho y la manga de
gitana: batir las claras a punto de nieve, añadir el azúcar, añadir las yemas
y, finalmente, la harina, y llevar al horno rápidamente a fin de que no pierda
aire.
Para hornearlos,
se vertía la masa a cucharadas sobre papel de estraza, dándole una forma
alargada bastante irregular; se ponían cuatro líneas de masa (cuatro bizcochos) en un mismo papel
y se llevaban al horno fuerte; se iban metiendo y sacando del horno
simultáneamente. Hoy se pueden preparar cómodamente con mangas pasteleras de boquilla
ancha y cocerlos en los hornos domésticos usando láminas de silicona u otro
material apropiado.