Tras un
periodo del que se carece de información, la Hermandad Sacramental
fue refundada el 28 de junio de 1609 y, desde entonces, ha mantenido su
actividad hasta el momento presente, exceptuando una breve interrupción entre
1865 y 1880. Durante estos cuatro siglos de existencia, la institución ha
sufrido numerosas modificaciones en consonancia con el devenir de los tiempos,
la mentalidad de autoridades eclesiásticas y la evolución de la propia
comunidad que la ha respaldado. En este tiempo ha conocido tres ordenanzas
distintas y ha perdido buena parte de los elementos que la definían, pero hasta
la fecha ha conseguido sobrevivir a todos los obstáculos con los que se ha
encontrado.
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| Iglesia parroquial de San Benito. Puerta del lado del Evangelio. |
Desde su
inicio estuvo abierta a todos aquellos cristianos que se comprometieran a
acatar sus reglas, sin distinción de sexos o clases sociales. Los costes se
sufragaron mediante las cuotas de los cofrades, las mandas testamentarias, y
las limosnas y donaciones de los fieles; los excedentes llegaron a conformar un
apreciable patrimonio integrado por censos, colmenas, ganado vacuno y
propiedades rústicas.
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| Presbiterio con los pendones de las diferentes cofradías. |
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| La custodia recorriendo las calles de la localidad. |
De los textos transcritos
se deduce la obligatoriedad de organizar y participar en los entretenimientos
que la Cofradía
tenía. No se ha conservado una descripción detallada de estas actividades y la
escasa información que perdura procede de los escuetos asientos de las cuentas
anuales; los libros mencionan comedias, toros, danzantes, gitanas, músicos,
cohetes, botargas, alabarderos, ramos, etc. Las representaciones teatrales
tenían lugar, fundamentalmente, el día del Corpus, aunque también constan en
otras fechas como los Reyes.
Un componente
característico fueron las danzas. Se hicieron durante el Corpus, la Octava y, en alguna
ocasión, el día del Jubileo de las Cuarenta Horas (cuarto domingo de Cuaresma).
Hubo grupos masculinos (danzantes) y femeninos (gitanas), pero no se conoce
documentación sobre vestimenta y pasos realizados.
Un elemento
que ha perdurado, al menos nominalmente, es el ramo. En la actualidad consiste
en una exposición de productos variados, donados por algunos devotos, que son
vendidos mediante subasta pública. Las anotaciones reflejadas en los libros de
cuentas aluden a un único objeto (un ramo) que, casi siempre, parece ir
acompañado de una torta de bizcocho; ambas cosas son adquiridas en puja por un
solo individuo.
Desde 1675
aparece documentado el Infierno, un
acto de carácter festivo celebrado en el edificio del Ayuntamiento, que podría
presentar ciertas semejanzas con el actual ramo; en ambos casos, la Cofradía ofrece unos
aperitivos a los que entregan sus donativos y a los que pujan por adquirir los
productos donados. Todas las cuentas incluyen unos gastos en confituras, garbanzos y vino para el infierno y, en una ocasión, se refleja la
compra de un bañuelo para la fuente que
se hace y pone de vino en el infierno. En estrecha relación con tal
infierno debieron estar los diablillos o
botargas que se visten para recoger limosna el día del Corpus. Los
inventarios recogen cuatro vestidos para demonios, de bayeta pajiza y verde,
máscaras y cascabeles. Infierno y demonios desaparecieron a raíz de la
remodelación de ordenanzas que tuvo lugar en 1789, donde el primer capítulo
adicionado se dedica, exclusivamente, a la supresión de actos lúdicos: Primeramente ordenaron y dispusieron que se
deroguen y quiten los excesivos gastos superfluos que anualmente se invierten
en refrescos a expensas de los oficiales alcaldes en la víspera Domínica Cuarta
de Cuaresma, y en el día del Corpus, y su Octava otros diversos a costa del
caudal de la Cofradía ,
en que se juntan concursos de cofrades, y otras personas convidadas causando
profanación del culto y estafas a pretexto paliado de limosnas, con banquete
público de garbanzos torrados y vino que se deposita en las Casas del Concejo;
cuyo abuso titulan el Infierno porque los llamados diablillos violan tan a toda
clase de sujetos que vayan a beber y comer garbanzos a dicho banquete,
haciéndoles contribuir con limosna, según pueden exigirles.
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| Las "alfombras" pintadas constituyen una incorporación reciente en la ornamentación de las calles. |
En las cuentas
de 1723 se citan por primera vez los alabarderos, un par de hombres designados
para guardar el cuerpo del Señor
durante el Jueves Santo, que se equipan con un
coleto largo de ante o venado teñidos, calzón
y mangas de gamuza anteada, cota de
acero, alabarda, máscara de cartón, bolsa de tafetán negro y pañuelo
de seda de colores.
Finalmente, el
ambiente festivo se percibía en las calles que se engalanaban con ramajes y
hierbas olorosas, y en la iglesia, adornada con las colgaduras. A los sonidos
de instrumentos musicales y cánticos se añadían los de cohetes y campanas,
expresando el júbilo que por unos días experimentaba toda la población.
De todo este
conjunto de entretenimientos y diversiones permanecen el ramo y el
engalanamiento de fachadas los días del Corpus y la Octava ; la desaparición del
componente lúdico menguó el interés de una fiesta que nunca volvió a ser la
misma y la restaurada Hermandad de 1880
no pudo, o no quiso, recuperar una serie de actuaciones que se perdieron para
siempre.
Bibliografía
-Cabrera, I. y Penas, E. (1998): Agudo. Una villa de la Encomienda Mayor
de Calatrava. Ciudad Real.
-Hermandad Sacramental. Libros I-IV
(1609-1864). Iglesia Parroquial de San Benito Abad de Agudo.




